Los medios de comunicación pueden reimprimir esta columna siempre y cuando se incluya la información del autor y su afiliación. Podrá ser editada por longitud y formato siempre y cuando se notifique al Center for American Progress. Fue publicada originalmente americanprogress.org.
Por Melissa Boteach
Los estadounidenses observaron horrorizados a través de sus televisores cómo el huracán Katrina arrasó a su paso por la costa del Golfo el 29 de agosto de 2005. Fuimos testigos de cómo miles de nuestros conciudadanos fueron abandonados en el estadio Super Dome sin suficiente agua o alimentos. En nuestras mentes quedaron grabadas las imágenes de niños deambulando por las calles, semidesnudos y aturdidos durante el paso de la tormenta. Le echamos un segundo vistazo: ¿Esto pasó en los Estados Unidos?
El desastre privó de sus casas y de su sustento a millones de residentes de la costa del Golfo. Pero también arrancó el velo de las arraigadas desigualdades raciales y económicas que determinaban quiénes poseían los recursos necesarios para abandonar Nueva Orleans y quiénes no. Esto desató un diálogo a nivel nacional acerca de la pobreza en los Estados Unidos.
Debemos reavivar ese diálogo. La Gran Recesión ha sido un Katrina para toda la nación, al obligar a millones de estadounidenses que pertenecían a la clase media a encontrarse por primera vez con nuestra maltrecha red de seguridad y poner al desnudo la pobreza endémica que ya existía mucho antes de que colapsaran los mercados financieros en septiembre del 2008. Entre el 2003 y el 2007 tuvimos una “recuperación” que exprimió a la clase media, dado que proliferaron los empleos de salario mínimo y disminuyeron los empleos decentes. Los ingresos disminuyeron, en tanto que las ganancias aumentaron.
Tras el paso de Katrina el Center for American Progress reunió a un equipo de expertos con el fin de evaluar las causas y consecuencias de la pobreza en los Estados Unidos y hacer recomendaciones de medidas a tomar a nivel nacional. Sus esfuerzos culminaron en un informe histórico realizado en el 2007 titulado “De la Pobreza a la Prosperidad” en el que se trazó un plan integral para reducir a la mitad el índice de pobreza en los Estados Unidos durante los próximos 10 años.
Tras el paso de la Gran Recesión, ese plan es hoy por hoy más relevante que nunca con miras a ayudarnos a reconstruir nuestra economía y reestablecer a la clase media. Vale la pena echarle una segunda mirada a las principales conclusiones expuestas en el informe de CAP en el quinto aniversario de la tormenta que lo motivó.
- La pobreza cuesta. En el informe se cuantificó que sólo la pobreza infantil le cuesta a los Estados Unidos $500 mil millones al año, el equivalente al 4 por ciento del PIB, en pérdida de la productividad, costos de salud más altos y aumento de los gastos de la justicia penal. La inercia convierte a los Estados Unidos en un país menos competitivo, saludable y seguro.
- La pobreza afecta a la clase media. En el informe se demostró que los pobres no son un grupo estancado que vive de la ayuda del gobierno. Un tercio de todos los estadounidenses vivirá al menos un año de sus vidas en la pobreza. Por consiguiente, las inversiones que hacemos en nuestra red de seguridad son para todos los que caigamos en mala situación, ya sea a causa de la pérdida del empleo, el divorcio o una crisis médica.
- La pobreza es un problema que nosotros podemos resolver. A pesar de la desesperación que sienten muchos, la pobreza no es un problema insoluble. En el informe se reveló que con solo cuatro recomendaciones podría reducirse la pobreza en un 26 por ciento en 10 años, a un costo aproximado de $90 mil millones al año. Entre éstas se incluyen el aumento del salario mínimo, la recompensa del trabajo en el código impositivo a través de mejoras al Crédito por Ingreso Devengado (Earned Income Tax Credit) y al Crédito Tributario por Hijos (Child Tax Credit) y la más amplia disponibilidad de cuidado infantil para las familias trabajadoras. Compare ésta inversión con los $500 mil millones al año que nos cuesta la pobreza infantil solamente.
Puede que estas conclusiones no sean nada nuevo, pero nunca han sido más relevantes. El mes próximo el Censo reportará las estadísticas de la pobreza en el 2009: el primer año en el que podremos ver los impactos considerables que ha causado la Gran Recesión. Se espera que los datos muestren que el año pasado casi uno de cada cuatro niños vivió en la pobreza, mientras que la clase media sufrió enormes pérdidas de ingresos, lo que puso fuera de su alcance cualquier atisbo de seguridad económica.
Debemos revivir la indignación que sentimos hace cinco años cuando Katrina reveló el azote de la pobreza en nuestra nación. Contamos con las soluciones para resolver este problema, incluyendo mejoras permanentes al código impositivo a fin de ayudar a las familias trabajadoras, la creación de empleos en las industrias de la energía limpia y la atención de salud e inversión en el cuidado infantil y la educación temprana. ¡Manos a la obra!
Melissa Boteach es Directora de Half in Ten: La Campaña para Cortar la Pobreza por la Mitad en 10 años en el Center for American Progress Action Fund.