En medio del a veces polémico debate en el Congreso sobre el aumento del límite de la deuda, la congresista Sheila Jackson Lee (D-TX) perdió la calma. Dio a entender durante
el viernes en la Cámara de Representantes que algunos miembros del Congreso se negaban a financiar el gobierno por que el presidente Barack Obama es afroamericano.
Jackson Lee, quien es afroamericana y representa a un distrito que es mayoritariamente afroamericano, se preguntó si el debate fue un caso de racismo oculto. "No entiendo lo que creo que es la difamación y la malicia (dirigida) a este presidente", dijo en sus comentarios, grabados por C-SPAN y ante una colección de asientos mayormente vacíos. "¿Porqué es diferente él?"
Felizmente, las agencias de noticias más establecidas ignoraron el arrebato de Jackson Lee. Sin embargo, fue forraje para los blogueros conservadores y para los comentarios racistas en las pocas páginas web que prestaron atención al discurso, lo cual no es tan positivo. De hecho, los comentarios de la congresista dieron alimentación al ambiente de polarización partidista que obstruye la capacidad del Congreso para llegar a un compromiso. Y plantean un par de incógnitas.
En primer lugar, ¿por qué un miembro de la Junta de Congresistas Negros le daría munición a los críticos del presidente para que disparen contra él? Sus comentarios innecesarios, que viene en una etapa crítica de las delicadas deliberaciones de la deuda, ofrecieron un momento de satisfacción para los blogueros conservadores quienes presentaron a Jackson Lee como una racista.
No es que a ella o a su electorado le importe lo que estos blogueros piensen. Y eso es parte de la razón por qué se plantó en el pleno para expresar sus frustraciones y para enfatizar el enojo que estaba escuchando en su distrito. "Y en mi comunidad, esa es la pregunta que planteamos", dijo en su discurso. "¿Por qué se le trata a este presidente tan irrespetuosamente? ¿Por qué hemos aumentado el límite de la deuda 60 veces? … lea entre las líneas. Qué tiene de diferente este presidente que lo ponga en una posición en la cual no debería recibir el mismo tipo de trato respetuoso o que es necesario para aumentar el límite de la deuda para pagar nuestras cuentas, algo que es requerido tanto en los estatutos como la Enmienda 14 ? "
Es la política, congresista. Sólo el observador más ingenuo de Washington hubiera esperado que los opositores del presidente se comporten de otra manera. Los políticos conservadores, hinchados en sus filas por los activistas del Tea Party, quienes están en contra del gobierno, harán y dirán casi cualquier cosa para paralizar a este presidente y a sus políticas. Pero eso no es excusa para que una defensora progresista del presidente y sus políticas se rebaje a su nivel y participe en el juego de odio como ellos.
Lo que plantea la segunda pregunta: ¿Por qué no utilizó Jackson Lee su valioso tiempo y energía de una forma más constructiva para informar e inspirar a sus electores? Eso no habría sido difícil. En lugar de apelar a los mas bajos sentimientos (como los de los activistas del Tea Party), ¿por qué no recitar algunos hechos y cifras acerca del costo de la inacción del Congreso para su comunidad?
Considere, por ejemplo, que el gobierno anticipa $172.4 mil millones en ingresos en agosto, y $306.7 mil millones en gastos. Si el Congreso se niega a aumentar la capacidad del Tesoro para pedir préstamos a partir del 2 de agosto, los gastos van a superar los ingresos. Consecuentemente el gobierno no cumplirá con algunas de sus cuentas. ¿Entonces a quién se le paga?
Andrew Leonard de Salon.com ofreció una lista creíble de prioridades presupuestarias si el gobierno es obligado a elegir cuales cuentas pagar y en qué orden. No hay duda que dicha lista dará prioridad a los pagos de títulos públicos de interés ($29 mil millones), el Seguro Social ($49.2 mil millones), Medicare ($28.6 mil millones), Medicaid ($21.4 mil millones), y los contratistas del ejército y defensa ($38 mil millones).
Lo que quedan son los beneficios de desempleo, los salarios de los trabajadores federales, cupones de alimentos, el Departamento de Justicia y todas las oficinas del gabinete, la financiación de carreteras, y mucho, mucho más.
Según un análisis realizado por Gaibrielle Bryant, mi pasante universitaria de investigación y contribuidora para Progress 2050 del Center for American Progress, los recortes a los programas del gobierno debido a la inhabilidad de ampliar el techo de la deuda tendrá un impacto drástico para cada persona en este país. Pero para la gente de color, los recortes serán especialmente severos debido a su dependencia a los servicios de apoyo del gobierno.
Un ejemplo simple es el apoyo federal para las Becas Pell, que son administrados por el Departamento de Educación. Los beneficiarios serán negados de dinero para la universidad si ese departamento es cerrado y no hay dinero para las becas. Esto desproporcionadamente afecta los receptores de color, que son más dependientes de las subvenciones, incluyendo los afroamericanos (11.8 por ciento), los latinos (13.2 por ciento) y asiáticos (6,8 por ciento).
Y otra posibilidad para un desastre es si el programa de Asistencia Temporal para Familias Necesitadas (TANF por sus siglas en inglés) es cortado o reducido. En el año fiscal 2009, el gobierno federal hizo disponible $16.5 mil millones en subvenciones de TANF en bloque a los estados y otros $5 mil millones en fondos de emergencia para los estados. En Texas aproximadamente la mitad de los fondos de TANF en el año fiscal 2004 (el año más reciente para cuando las cifras detalladas están disponibles) fueron a los residentes latinos y cerca de un tercio fueron a los residentes negros.
Esta es la alarma que Jackson Lee debería haber tocado en la Cámara, advirtiendo sobre las consecuencias si el Congreso no eleva el techo de la deuda. Ella podía haber brindado atención a los peligros reales en vez de la apelación simple y emocional a los temores que sus partidarios tienen sobre los motivos de los ataques políticos incontenibles contra el presidente. Al hacerlo, habría ayudado a sus electores—y la nación—a entender mejor lo que está en riesgo.
Sam Fulwood III es un Consejero Sénior del Center for American Progress. Su proyecto con Progress 2050 de Center for American Progress examina el impacto de las políticas de la nación en cuando no habrá ninguna mayoría clara racial o étnica en el año 2050.