COLUMNA: ¿Por Qué Necesitamos Ayudar a la Juventud Desempleada?

Publicado el 8 de Febrero de 2010

Por Shirley Sagawa, Miembro Visitante, Center for American Progress

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Mientras el alto desempleo cunde en comunidades a través del país, una población grande y creciente de jóvenes tiene tan pocas esperanzas de encontrar empleo que ni siquiera lo está buscando, y por lo tanto no están incluidos en la tasa de desempleo. Como lo subraya un estudio recién publicado por el Center for Labor Market Studies de Northeastern University, el desempleo de adolescentes está en un nivel bajo histórico. Y los más afectados son los hombres de grupos minoritarios y adolescentes de bajos ingresos. Tras un descenso largo en la última década, la tasa de empleo de adolescentes negros es menos del 14 por ciento, y sólo el 23 por ciento para adolescentes latinos de bajos ingresos. A jóvenes de 20 y 24 años les va un poco mejor, pero es mas probable para ambos grupos estar desempleados o subempleados a comparación de lo que estaban hace sólo dos años.

Las consecuencias del desempleo entre los adolescentes pueden parecer menos importantes que la de los adultos desempleados, pero el impacto a largo plazo podría ser grave. Incluso el trabajo de tiempo parcial es varias veces un primer paso hacia un empleo en el futuro. Sin una intervención dramática, las minorías adolescentes de bajos ingresos no tendrán la ayuda de ninguna recuperación futura. Podrían terminar permanentemente marginalizados económicamente, y de acuerdo a los autores del estudio, es probable que “enfrenten profundos descensos a largo plazo en su empleabilidad, ingresos, asuntos familiares, e índice de matrimonios.” Como resultado, es probable que ellos impongan “serias cargas fiscales al resto de la sociedad asociada con bajos ingresos de vida, contribuciones de impuestos reducidas, y costos correccionales más altos.”

La historia nos señala una estrategia pasada por alto para evitar estas trágicas consecuencias. En plena Gran Depresión, dos millones de hombres jóvenes recorrían el pais en una infructuosa búsqueda de empleo para mantener a sus familias. El Presidente Franklin Roosevelt reconoció este desastre humano y creó el Civilian Conservation Corps, o CCC, el cual aprovechó esta itinerante fuente de mano de obra para construir monumentos, parques, y sendas perdurables, y emprendió esfuerzos de conservación en gran escala de los cuales los Estados Unidos se beneficia hasta ahora.

Pero el legado más grande de este programa fue en términos humanos. Millones de familias vivían de las pequeñas remuneraciones pagadas a los miembros del CCC, quienes recibían $30 al mes y de éste típicamente $25 eran enviados a sus hogares. Aún más importante es que estos hombres jóvenes desarrollaron las habilidades cívicas y laborales que los convirtió en soldados heroicos que batallaron durante la segunda Guerra Mundial.

Como los hombres jóvenes de la Gran Depresión, los jóvenes desconectados de hoy llegan a los millones y este número sigue creciendo. El porcentaje de estadounidenses entre los 20 y 24 años que no están en la escuela ni trabajando alcanzó más de 10 puntos porcentuales en sólo dos años, llegando al 28 por ciento en el 2009. Los adolescentes y jóvenes adultos desconectados son los principales objetivos de los programas estilo CCC que existen hoy cómo YouthBuild y cuerpos de servicio y conservación, los cuales ofrecen educación para obtener el GED o un diploma, y la oportunidad de desarrollar habilidades de empleo mientras sirven a la comunidad, al igual que abundantes recursos de apoyo para ayudar a la juventud desconectada a alejarse del crimen, drogas, y otros riesgos para así convertirse en ciudadanos productivos. Muchos programas también proveen premios de educación AmeriCorps que encaminan a los jóvenes hacia la educación postsecundaria.

Estos programas funcionan. Un estudio de asignación aleatorio por Abt Associates y Brandeis University confirmó el valor de un cuerpo juvenil de servicio y conservación para los jóvenes, especialmente para hombres afroamericanos. Los programas aumentaron su empleo e ingresos, aspiraciones educacionales, adquisición de titulo de asociado, y participación comunitaria. Pero mientras el CCC de la era de la Depresión captó 3 millones de hombres jóvenes, hoy existen menos de 30,000 posiciones similares en el cuerpo juvenil. El costo de estos puestos—$16,000 a $24,000—está por debajo de muchos esfuerzos del sector privado para la creación de empleo y muy por debajo del costo de no hacer nada.

El CCC creció hasta llegar a 250,000 posiciones en solo cuatro meses. Con los recursos públicos adecuados y construyendo sobre la base de los programas de alta calidad ya operando en todo el país podríamos, como mínimo, doblar la capacidad actual del cuerpo juvenil de jóvenes, YouthBuild, y AmeriCorps, y capacitar a los jóvenes en una amplia gama de empleos de alta necesidad, desde trabajos de construcción verde hasta el cuidado de salud.

El proyecto de ley de empleos aprobado por la Cámara que proporcionó fondos adicionales para posiciones adicionales en AmeriCorps es un buen primer paso. El presupuesto del presidente también ofrece un aumento considerable en AmeriCorps, para agregar 20,000 posiciones nuevas, y un aumento en el financiamiento de YouthBuild para contratar varios cientos de adicionales miembros del cuerpo. Frente al congelamiento del gasto discrecional interno, estos aumentos son bienvenidos. Pero frente a la necesidad, el Congreso debe hacer más para ampliar ambos programas drásticamente y crear un nuevo flujo de financiamiento dedicado a cuerpos juveniles de servicio y conservación. Un i informe reciente del Center for American Progress ofrece más detalles sobre estas oportunidades.

Puede que debamos nuestra libertad—así como muchos de nuestros grandes parques, bosques, y monumentos—al CCC de la era de la Depresión. El elegir invertir en estos jóvenes de hoy que se están quedando atrás, afectará no sólo esta generación, pero la de sus hijos y los hijos de sus hijos. Estos jóvenes necesitan no ser excluidos de la recuperación, de hecho, podrían llegar a convertirse en una de nuestras más grandes generaciones—si elegimos invertir en programas de cuerpos juveniles que proveen servicios integrales.

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