COLUMNA: Los hechos no parecen importarles a algunas personas

Por David Hudson | Publicado el 12 de Enero de 2012

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Demasiados estadounidenses simplemente no se preocupan por las noticias y están dispuestos a aceptar a los candidatos o activistas que mienten descaradamente sobre ellas, escribe Sam Fulwood III.

Por Sam Fulwood III

Hace años, cuando empecé mi vida profesional como periodista, creía sinceramente que cuando las personas consumían una dieta diaria de los hechos junto con su café cada mañana, estarían dispuestos a tomar mejores decisiones basadas en su conciencia cívica. Ahora, casi tres décadas más tarde, ya no soy un periodista que cubre la última exclusiva, y sospecho que mi juventud pudo haber sido malgastada.

Esta semana, el columnista Carl Bialik del The Wall Street Journal, señaló que los votantes "tienen fuertes opiniones sobre los temas políticos que informan la campaña presidencial, desdela inmigración hasta el Seguro Social." Pero, para muchos de ellos, los hechos y datos en que basan sus puntos de vista “pueden ser muy tenues. " Bialik apuntó que hay estudios que demuestran que en repetidas ocasiones los estadounidenses sobrestiman enormemente el porcentaje de ciudadanos extranjeros, por un factor de más de dos. Peor aún, sobrestiman el porcentaje de los que viven aquí en las sombras como residentes indocumentados por un factor de seis o siete. Si esos votantes tienen datos falsos, es casi imposible que ellos lleguen a conclusiones razonables sobre las políticas de inmigración.

Sin embargo, incluso si estos votantes tuvieran la información correcta no haría ninguna diferencia. Esta es la conclusión a que los académicos John Sides de George Washington University y Jack Citrin de la Universidad de California en Berkeley llegaron. En un documento presentado en la reunión anual del Midwest Political Science Association en Chicago estos dos investigadores investigaron si el proveer información más precisa cambiaria las actitudes del público sobre las políticas de inmigración. Lamentablemente no lo hizo. "En promedio, entonces, el proporcionar la información correcta no cambia las actitudes hacia la inmigración", escribieron.

Para dar otro ejemplo: Un gran número de los estadounidenses les dicen a los políticos que quieren cortar la ayuda al exterior. Pero cuando se les presiona a revelar lo mucho que la nación deberia gastar en el extranjero, citan cifras 10 veces mas altas de lo que el país gasta actualmente, según estima The Christian Science Monitor.

Hay una manera de explicar estas discrepancias: los hechos simplemente no tienen importancia para algunas personas. Y por eso seguramente, los políticos sin escrúpulos participan en la Gran Mentira. Como una técnica de propaganda, la repetición de una mentira una y otra vez anima a los que la creen de todo corazón que apoyen a cualquiera que les dice lo que ya saben que es verdad, incluso si no lo es.

Veamos, por ejemplo, el espectáculo despreciable del ex lider de la Cámara Newt Gingrich en su campaña tratando de atraer los votos de gente anglosajona y conservadora en Nueva Hampshire al dar un discurso duro sobre la gente Afro-Americana que recibe beneficios sociales. . "Estoy preparado, si el NAACP me invita, iré a su convención y hablare de por qué la comunidad afro-americana debe exigir salarios y no estar satisfechos con cupones de alimentos", dijo Gingrich la semana pasada.

Ese comentario le costó a Gingrich numerosas críticas basadas en estereotipos raciales. El hecho de que lo dijo no es debatible. Él lo dijo. Pero esta semana, durante una movilización política le negó a un afro-americano que dijo tal cosa.

Según mis compañeros en Think Progress, Alex Seitz-Wald y Travis Waldron, Yvan Lamothe, de 59 años de edad, ex empleado del estado de Nueva Hampshire y propietario de una pequeña empresa, aprovechó la oportunidad en un evento comunitario este pasado domingo para decirle a Gingrich que estaba ofendido por los comentarios. "Yo no dije eso", declaró Gingrich, presumiblemente con una cara seria. Al contrario, Gingrich le dijo al señor que era el que debería estar ofendido. "Sólo quiero decir que, francamente, esto me tiene muy irritado. El Comité Nacional Demócrata totalmente tomo esa frase fuera de contexto, ¿OK? "

La negación de Gingrich trae a la mente la vieja rutina del comediante Richard Pryor, cuando un cónyuge infiel es sorprendido en el acto por su esposa. "¿A quien le vas a creer?" Dice el hombre con toda seriedad. "¿Yo o tus ojos mentirosos?"

Desafortunadamente, demasiados estadounidenses parecen estar dispuestos a confiar en los políticos que les dicen algo completamente contrario a lo que ven u oyen. Y parece que hay un número amplio de demagogos políticos dispuestos a decirles exactamente lo que quieren oír.

Solo basta observar a Rick Santorum, quien dijo en un evento de su campaña en Nueva Hampshire la semana pasada, "no quiero hacer que la vida de la gente negra sea mejor, proporcionándoles el dinero de otros." Entonces, cuando se le criticó por sonar como un intolerante, el respondió que nunca lo había dicho. O observemos a algunos de los activistas conservadores que insisten en demonizar al Medicaid, alegando que es un regalo del gobierno a los pobres. De hecho, cuando es en gran medida un programa de la clase media también.

Para mí, alguien que recuerda con cariño el haber sido un periodista joven e idealista, la idea de que algunos estadounidenses se aferren a creencias erróneas incluso enfrentando los hechos, ha sido un trago amargo. La única cosa peor en una época tardía de mi existencia es la conciencia de que existen personas que aún conociendo la realidad, presentan mentiras en busca de sus propios intereses políticos.

Sam Fulwood III es un Consejero Senior en el Center for American Progress y Director del Leadership Institute. Su trabajo con Progress 2050 examina el impacto demográfico en las políticas de la nación, cuando no exista una clara mayoría racial o étnica en el año 2050.

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