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Este artículo fue originalmente publicado en español aquí por Univision Noticias, el 14 de febrero 2012
Por Hilda L. Solís y Wade Henderson
A continuación te presentamos un artículo escrito en conjunto por la Ministro del Departamento de Trabajo de Estados Unidos (Solís) y el Presidente de la coalición The Leadership Conference on Civil and Human Rights (Henderson)—uno de los socios de la Campaña Half in Ten.
Han transcurrido 47 años desde que nuestro país se declaró en guerra contra la pobreza. El año 1964 era otra época de guerra y ansiedad de índole económica en Estados Unidos cuando el abismo entre los ricos y los pobres era tal que parecía imposible de subsanar. Sin embargo, el Presidente Lyndon Johnson entendía la urgencia de la situación y propuso un programa acorde con la coyuntura.
“Debido a que la pobreza no es un enemigo simple ni fácil con el que lidiar, tomamos en cuenta que nuestra petición tampoco lo es”, acoto el Presidente Johnson. “No puede impulsarse desde la base mediante un solo ataque y frente… Pues de así serlo, habríamos vencido la pobreza hace mucho tiempo. Pero hoy, por primera vez en la historia, contamos con el poder para derrumbar las barreras que impiden la participación plena en nuestra sociedad. Con el poder viene la obligación”, añadió.
Siendo el 2011 un año en que la política ha tendido a enfrascarse en asuntos de poca relevancia, debemos ahora recapacitar cómo verdaderamente combatir la pobreza en este país.
El Presidente Obama ha fijado la meta de erradicar el desamparo en este país para el año 2020, frente en el que hemos logrado grandes avances. La Ley de Recuperación (Recovery Act), a través de un programa rápido de recolocación del Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano (HUD), evitó que un millón de estadounidenses se quedasen sin techo. Es importante acotar que a pesar de lograr poca circulación en los medios de comunicación, este tipo de noticia constituye un progreso trascendental.
Sin embargo queda mucho por hacer. Debemos fijar metas substanciales que afronten el irremediable hecho de que hoy en día, 46 millones de estadounidenses viven en pobreza. Uno de cada cinco menores en Estados Unidos, el 27 por ciento de afroamericanos y el 26 por ciento de latinos están por debajo del umbral de pobreza. Ahora no es el momento para que los legisladores piensen en pequeña escala.
Half in Ten -Campaña nacional para disminuir la pobreza a la mitad en 10 años- ha adoptado un conjunto de estrategias para reducir la tasa de pobreza del país a la mitad a lo largo de una década. Numerosos factores han agravado la crisis de pobreza por la que atraviesa EE.UU.: la crisis hipotecaria, la falta de puestos de trabajo de calidad y los costos en alza de la atención médica, los alimentos y combustibles.
Necesitamos un sistema de desarrollo que valore trabajo arduo y cree oportunidades para aquellos dispuestos a llevarlos a cabo. Analicemos: la tasa de pobreza entre los trabajadores permanentes a tiempo completo es de tan solo 2.6 por ciento. Nuestra estrategia más eficaz para combatir la pobreza es crear un mayor número de empleos cuyos salarios permitan mantener a la familia y que ofrezcan oportunidades de capacitación, prestaciones laborales sólidas y flexibilidad en cuanto al lugar de trabajo.
En la actualidad, ¿quiénes tienen estos tipos de empleo en EE.UU.? Las personas con habilidades específicas y los trabajadores sindicalizados. Apoyar las leyes que amparan tanto el derecho de los trabajadores a unirse a un sindicato como la inversión en el desarrollo de nuestros sistemas educativos y fuerza laboral nos ayudará a crear vías para que millones de estadounidenses salgan de la pobreza.
Entre 1979 y 2007 los fondos federales asignados a la educación, capacitación y servicios de empleo disminuyeron en un 50 por ciento, del 8.8 por ciento del PIB al 4.3 por ciento. No obstante, se proyecta que para esta década aproximadamente mitad de todos los puestos laborales en EE.UU serán para trabajos que requieren de una “aptitud media”. Es decir, puestos que exigen un diploma de bachiller, más no necesariamente un título universitario de cuatro años. Dichos abarcan aéreas tales como fabricación avanzada, energía renovable, atención médica y tecnología de la información, y cumplen la meta de ofrecer salarios aptos para el mantenimiento de una familia.
Inherente a nuestra estrategia integral para disminuir la pobreza debe estar el incremento del número de graduados y la inversión en capacitación laboral para trabajadores de aptitud media. Es por esto que para el 2020 el Presidente Obama ha fijado la meta de que los Estados Unidos tenga la mayor proporción de estudiantes con diploma universitarios. Nunca antes en la historia de nuestra nación ha sido más importante que los estudiantes sigan con sus estudios después de haber completado la secundaria.
Actualmente, nuestro país cuenta con una baja tasa de trabajadores calificados para llenar los puestos vacantes en las industrias de rápido crecimiento. Con tres millones de puestos disponibles, es primordial capacitar a nuestros trabajadores inmediatamente.
Asimismo, debemos hacer más por ayudar a los padres solteros que desempeñan la inmensa labor de criar a sus hijos y ser los únicos proveedores simultáneamente. Alrededor de 13 millones de familias cuentan con solo uno de los padres, de las cuales dos de cada cinco viven en la pobreza. El fortalecimiento de tales unidades familiares debe ser una prioridad nacional y para lograrlo es necesario aumentar los ingresos de los padres solteros, disminuir la brecha existente de los salarios entre los hombres y las mujeres e implementar políticas que ofrezcan horarios de trabajo flexibles y cuidado infantil que permitan el empleo a tiempo completo.
A pesar de los obstáculos que tengamos que enfrentar, seguimos siendo un país que puede lograr cosas trascendentales. Nuestra historia esta colmada de ejemplos a seguir que demuestran el bien que podemos hacer al unirnos para combatir la pobreza que ahora nos abarca. Como dijo LBJ, porque es lo correcto, porque es lo sensato y porque es posible, tenemos el deber de hacerlo.
Opinion: Thinking Big on Poverty
By HILDA SOLIS and WADE HENDERSON
This article was originally published in English by Univision here, Februrary 8th, 2012
It has been 47 years since our country declared war on poverty. The year 1964 was another time of war and economic anxiety in America when the gulf between the “haves” and “have nots” seemed a bridge too far to cross. But President Lyndon Johnson understood the urgency of the situation and proposed a program equal to the moment.
“What you are being asked to consider is not a simple or an easy program, but poverty is not a simple or an easy enemy,” President Johnson said. “It cannot be driven from the land by a single attack on a single front. … If this were so, we would have conquered poverty long ago. But t
oday, for the first time in our history, we have the power to strike away the barriers to full participation in our society. Having the power, we have the duty.”
In 2011, a time when our politics can seem so small, we must again think big about how to fight poverty in America.
President Obama has set the goal of eliminating homelessness in this country by 2020, and we are making strides. The Recovery Act kept one million Americans from falling into homelessness through HUD’s rapid re-housing program. It’s the kind of positive news the media doesn’t cover, but it was an important milestone.
But there’s much more to be done. We need to set big goals to address the unacceptable fact that 46 million Americans are living in poverty today. One in five children in America, 27 percent of African Americans and 26 percent of Latinos are below the poverty line. Now is not the time for policymakers to think small.
Half in Ten—a national campaign to cut poverty in half in 10 years—has endorsed a set of strategies for cutting our poverty rate in half over a decade. Many factors have deepened the U.S. poverty crisis: the mortgage crisis; a shortage of quality jobs; and the rising costs of health care, food, and fuel.
We need a recipe for growth that values hard work and creates opportunities for those who are willing to do it. Consider: The poverty rate for full-time, year-round workers is just 2.6 percent. Our most effective strategy for fighting poverty is generating more good jobs that offer family-supporting wages, training opportunities, robust employment benefits, and workplace flexibility.
Who has jobs like this in America today? People with specialized skills and unionized workers. Upholding laws that protect workers’ rights to join a union and investing in our educational and workforce development systems will help us create pathways out of poverty for millions of Americans.
Between 1979 and 2007, federal spending on education, training, and employment services fell by half, from 8.8 percent of GDP to 4.3 percent. Yet over the next decade, it’s projected that nearly half of all U.S. job openings will be for “middle-skill” jobs. These are positions that require more than a high school diploma but less than a four-year college degree. These are jobs that pay family-sustaining wages in fields like advanced manufacturing, renewable energy, health care, and information technology. Increasing graduation rates and investing in job training for middle-skill workers must be a part of a comprehensive poverty reduction strategy. President Obama has set the goal for America to have the highest proportion of college graduates in the world by 2020. It’s critical that we meet it. Never in our nation’s history has it been more important for students to continue their education after high school.
Right now, there are high-growth industries in this country that can’t find skilled labor to fill open positions. There are 3 million job vacancies right now employers are looking to fill. We need to train up our workers immediately to fill them.
We also must do more to help single parents doing the Herculean job of acting as sole breadwinner while raising a family. About 13 million households are headed by a single parent, and two out of five of these families live in poverty. We should make strengthening these households a national priority by boosting the income of single parents, closing the pay gap between men and women, and implementing flexible work schedule and child care policies that enable full-time employment.
No matter the challenge of the moment, we remain a country that can do big things. History is filled with examples of the good we can do when we unite behind strategies to tackle poverty in America. As LBJ said, because it is right, because it is wise and because it is possible, we have the duty.
*Solis is the United States Secretary of Labor. Henderson is President and CEO of The Leadership Conference on Civil and Human Rights—a partner in the Half in Ten Campaign.
Half in ten is an initiative to cut poverty in the US led by the Center for American Progress, The Leadership Conference and the Coalition on Human Needs