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Muchos de nosotros nos levantamos un poco más cansados el anterior domingo. Gracias al horario de verano, la mayoría de los relojes de Estados Unidos fueron adelantados por una hora—quitando a millones el valioso sueño pero premiándonos con más luz de día.
El intervalo para hacer el cambio de hora ha sido más largo en los últimos cuatro años. Eso es debido a que la Ley de Energía del 2005 (Energy Policy Act) ordenó que el horario de verano se extienda por un mes. Antes duraba desde el primer domingo en abril hasta el último domingo en octubre, pero ahora dura desde el segundo domingo en marzo hasta el primer domingo en noviembre.
¿A qué se debe esta extensión? ¿O, más al punto, por qué tenemos que cambiar el horario? La respuesta está en el deseo para conservar energía. Los proponentes del horario de verano argumentan que la necesidad de utilizar formas artificiales de iluminación se reduce cuando nos levantamos más temprano para aprovechar la luz de día. Han estado haciendo este argumento por cientos de años, pero la idea nunca cuajó.
No fue hasta la Primera Guerra Mundial que países alrededor del mundo empezaron a usar el horario de verano para reducir el consumo de energía, empezando con Alemania y sus aliados.
Estados Unidos pasó una ley en 1918 que estableció zonas horarias e instituyó un horario de verano similar a lo que tenemos ahora. Cuando concluyó la guerra, la ley fue tan impopular que el Presidente Woodrow Wilson vetó su renovación.
El presidente Franklin Delano Roosevelt después reinstauró el horario de verano por todo el año durante la Segunda Guerra Mundial para reducir el consumo de energía durante la guerra. Pero esa ley también expiró al fin de la guerra.
Finalmente, en 1966, se implementó un horario de verano más estandarizado que coincidió con la Ley de Horario Universal (Universal Time Act). Esta ley fue adoptada alrededor del país de manera errática, pero la idea principal era la misma: reducir el uso de la energía al aprovechar de la luz natural disponible.
La lógica detrás del horario de verano es intuitiva. ¿Pero funciona en práctica?
No hay un consenso claro de la investigaciones a pesar de la aserción histórica que el horario de verano ahorra energía.
El Departamento de Transportación de EE.UU estimó una reducción de un 0,75 por ciento en el consumo de energía luego de que se adoptó un horario de verano extendido que resultó del embargo de petróleo de 1973. Pero una investigación del National Bureau of Standards (Oficina Nacional de Estándares) dos años después no encontró pruebas de una reducción en el consumo de energía.
Una investigación alemana en 1983 determinó que el horario de verano fue responsable por una reducción del consumo de energía de 1.8 por ciento, mucho más de lo que se estimó en Estados Unidos. Pero otro estudio europeo llevado a cabo en 1999 recortó esa calculación a solo la mitad de un punto porcentual.
El profesor Matthew Kotchen y estudiante de postgrado Laura Grant de la Universidad de California en Santa Barbara tuvieron una oportunidad única para llevar a cabo una investigación en Indiana que examinaría de forma más directa la causa y efecto del horario de verano en el consumo de energía. En el 2006 sólo 15 de los 92 condados en Indiana observaron el horario de verano. El estado entero adoptó el nuevo horario de verano después que la ley de energía de 2005 tomara efecto en 2007.
Kotchen y Grant encontraron que el horario de verano aumentó el consumo de energía en el estado luego de estudiar la diferencia del consumo de energía entre los dos años (ajustando por variables como la temperatura). Los autores encontraron que el uso de luz artificial fue reducido, pero esos ahorros fueron contrarrestados por la subida en el uso de sistemas de refrigeración, lo cual utilizaban los residentes para combatir los veranos calientes de Indiana.
No se sabe si el horario de verano reduce o no reduce nuestro uso de energía. Los estudios que han encontrado un impacto en ambas direcciones demuestran que ese impacto es marginal. Es posible que el horario de verano pueda reducir nuestro consumo de energía, pero la ley por sí sola no es suficiente, como lo demuestra el estudio en Indiana. Necesitamos tener en mente la intención de esta ley y por lo tanto cambiar nuestro comportamiento. Se podría realizar el potencial del horario de verano si es que hubiera más conciencia de las maneras de reducir nuestro uso de energía.
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