Energía y Medio Ambiente

Informe: De una “Farsa Verde” a un Futuro Verde

Publicado el 13 de Octubre de 2010

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La lucha contra el cambio climático y la reforma del quebrantado sistema migratorio son dos de los desafíos mayores que enfrenta el Congreso y la administración de Obama. Hasta ahora la legislación orientada a hacer frente a estos temas ha resultado insuficiente. Ambos temas han sido objeto de un acalorado debate en todo el país y muchos estadounidenses exigen soluciones.

En medio de estos debates los grupos anti-inmigrantes están reactivando sus esfuerzos utilizando la desinformación para pintar estos temas como incompatibles. Por mucho tiempo estas voces han argumentado que los inmigrantes destruyen el medio ambiente, aceleran el cambio climático y socavan los esfuerzos estadounidenses para hacer una transición hacia un futuro verde y limpio.

Las organizaciones nativistas y los grupos de odio intentan promover su agenda política utilizando las preocupaciones ambientales como fachada. Y los legisladores conservadores y los opositores a la legislación climática y de energía limpia que utilizan falsos argumentos ambientales como cuña política respaldan la agenda temática de estos grupos.

Estos argumentos son una “farsa verde”. Se presentan supuestamente como una preocupación por el medio ambiente, pero son intencionalmente engañosos y están peligrosamente desinformados. Les plantean a los estadounidenses una falsa elección entre el logro de una reforma migratoria justa y humana y una legislación climática que respete el medio ambiente y conduzca a nuestro país hacia un futuro energético limpio y próspero.

A los inmigrantes no debería culpárseles de los problemas climáticos de la nación. Ellos merecen un mejor reconocimiento por las valiosas contribuciones que hacen al logro de una sociedad y economía “más verde”.

Los ambientalistas y defensores de la economía verde deben rechazar las falsas elecciones y distracciones que los apartan del imperativo mayor de luchar contra las verdaderas causas de la contaminación y el cambio climático: nuestra dependencia de los combustibles fósiles y nuestros sistemas de consumo de energía insostenibles.

En este informe se echan por tierra muchos de los argumentos falsos que se exponen en relación con los inmigrantes y el medio ambiente, brinda una imagen más clara de las contribuciones ambientales aportadas por los inmigrantes, las verdaderas soluciones ambientales que pueden reducir el carbono y frenar el cambio climático. Entre estos resultados clave se incluyen:

  • Es falso el supuesto de que el crecimiento demográfico impulsado por los inmigrantes determina la huella de carbono de los Estados Unidos. Las 10 ciudades mayores emisoras de carbono tienen una población de inmigrantes promedio que está por debajo del 5 por ciento, según un estudio realizado por la Institución Brookings en el 2008.
  • Por otra parte, las ciudades con la más baja huella de carbono tienen una población de inmigrantes promedio del 26 por ciento.
  • Los inmigrantes, sobre todo los inmigrantes recientes, suelen llevar estilos de vida “más verdes” que los nativos y es más probable que utilicen el transporte público y que practiquen hábitos sostenibles como vivir compacto, la conservación y el reciclado.
  • Es más probable asimismo que los inmigrantes, que en su mayoría son personas de bajos ingresos, se vean afectados durante sus vidas por eventos meteorológicos extremos y otros efectos negativos del cambio climático.
  • El tratamiento del cambio climático y la pobreza a escala mundial ayudará a estabilizar los flujos migratorios de los países subdesarrollados.
  • Los inmigrantes se ven afectados de manera desproporcionada por la economía basada en el uso de energías contaminantes y enfrentan desafíos ambientales particulares. En consecuencia, luchan por soluciones más verdes, incluido el cuestionamiento del uso de plaguicidas peligrosos en los campos agrícolas donde trabajan muchos inmigrantes. Una exitosa campaña realizada durante la década de 1960 por trabajadores migrantes agrícolas dio lugar a que se prohibiera el uso del peligroso plaguicida DDT.
  • En encuestas realizadas en el 2010 en estados electorales clave se comprobó que las comunidades con más inmigrantes favorecen de manera abrumadora la política de creación de empleos verdes y suelen apoyar a los candidatos al Congreso que promueven esfuerzos para combatir el calentamiento global.
  • Los inmigrantes son parte integral del impulso que se da a la innovación en energías limpias. Ellos representan el 70 por ciento de los hombres y mujeres que han ingresado en los campos de la ciencia y la ingeniería entre 1995 y el 2006 y el 40 por ciento de todas las empresas de alta tecnología apoyadas por capitales de riesgo.

En lugar de culpar a los inmigrantes, en el informe se recomiendan las medidas siguientes que los Estados Unidos y otros países pueden adoptar para comenzar a reducir la contaminación y controlar el cambio climático:

  • Volverse más eficientes en el uso de la energía. Una norma nacional de eficiencia energética—que fije objetivos anuales de reducción del consumo de electricidad y el gas natural de obligatorio cumplimiento para las empresas de servicio público—puede ahorrar 262 millones de toneladas métricas de emisiones de gas de efecto invernadero. Ello equivale a sacar 48 millones de autos de las carreteras por un año y a ahorrarse la construcción de 390 centrales eléctricas.
  • Ampliar la energía renovable. Las fuentes de energía renovable como el viento, el sol y las olas tienen prácticamente cero emisiones de gases de efecto invernadero. Es notable que sólo el 7 por ciento de nuestra cartera energética nacional actual es de fuentes renovables, sin contar la energía hidroeléctrica. Un buen comienzo para los Estados Unidos sería fijarse una norma nacional que establezca que para el 2025 se produzca el 25 por ciento de la energía a partir de fuentes renovables.
  • Reducir la deforestación. La deforestación tropical es responsable de generar más emisiones que todos los autos, camiones, aviones y barcos del mundo combinados. Los Estados Unidos—junto con el resto del mundo—debe hacer una transición al uso de materiales de construcción más sostenibles y debe promulgar legislaciones que protejan los bosques.
  • Limitar los combustibles fósiles. Podemos poner fin a nuestra adicción al petróleo a través de políticas razonables y rentables. Entre estas políticas figuran el establecimiento de normas mejoradas para una economía de los combustibles, el desarrollo de biocombustibles avanzados, incentivos para los vehículos eléctricos no contaminantes y el uso de gas natural, el cual produce menos emisiones que otros combustibles fósiles. Las plantas más antiguas que funcionan con carbón pueden retirarse con normas nacionales de eficiencia energética y de energía renovable y podemos utilizar el almacenamiento con baterías avanzadas y gas natural de combustión más limpia para la generación segura de nuestra energía.
  • Planificar ciudades inteligentes. Los elementos de las ciudades inteligentes, denominadas asimismo como “crecimiento o desarrollo inteligente”, incluyen vías ciclo-peatonales y de transporte público masivo (para reducir el desplazamiento vehicular), el desarrollo residencial y comercial compacto (para reducir la sobreutilización del espacio abierto) y el uso eficiente de la electricidad y el agua a través de la gestión de recursos integrada en red, también denominada “red inteligente.”

Casi todas las instituciones ambientales dignas de crédito, incluido el Sierra Club, han rechazado los argumentos falsos que se han planteado en torno a los inmigrantes y el cambio climático. Pero las organizaciones marginales siguen enturbiando nuestros debates nacionales acerca de la reforma migratoria y la energía limpia. Es hora de poner las cosas en claro.

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