Mi nombre es Thiago Marques, trabajo en un banco en Nueva Jersey. Cuando piensan en cajeros de bancos, la mayoría de personas piensan que es un trabajo de la clase media, pero, aunque use una corbata todos los días, esto es muy lejos de mi realidad.
Gano alrededor de $9, 50 la hora, vivo en la casa de mis padres, y necesito asistencia federal para ir a la escuela.
El New York Times y otros medios han reportado sobre la disminución de la clase media en los Estados Unidos, y aunque nuestra economía se ha recuperado, muchos de la clase media todavía se encuentren en dificultades. Cuando las personas imaginan a aquellos que están en situaciones difíciles piensan en los trabajadores de comida rápida que necesitan varios trabajos para poder sobrevivir – no en los trabajadores de los bancos que se enfrentan a la reducción de sueldos, la degradación del puesto de trabajo y la oportunidad de promoción. Esta es la realidad a la cual muchos de nosotros nos enfrentamos todos los días en la industria de financias – una de las industrias más poderosas en el mundo y una fuerza que impulsa a la economía americana.
Personalmente, tengo mucha suerte: tengo la oportunidad de vivir con mis padres, y aunque ayudo con la renta, no hay ninguna manera que yo pueda pagar mi propio apartamento; puedo estudiar en la universidad porque recibo asistencia federal, que sin esa asistencia no sería capaz de darme el lujo de seguir con mis estudios. Tengo la suerte de poder cubrir mis necesidades básicas, pero con este sueldo nunca podría sostener a una familia, y aunque soy afortunado, no debería dejar todo a la suerte para poder sobrevivir.
El mes pasado aprendí que no tiene que ser así cuando conocí a João Almeida, un cajero de banco en Brasil. João vive en Brasilia donde trabaja para un banco de Santander y gana lo mismo que yo. Los dos trabajamos entre seis y ocho horas al día, abriendo la caja fuerte, contando el registro, haciendo depósitos, y comunicándonos con los clientes. Excepto que João disfruta su vida en la clase media, tiene 30 días de vacaciones pagadas, un plan de seguro médico para su familia, y un fondo de pensiones.
¿Por qué esa diferencia? A diferencia de mí, João tiene a un sindicato que lo representa, protege sus derechos, y lucha en su nombre. Gracias a estas protecciones, los trabajadores de bancos ganan en promedio casi $19,32 por hora (incluyendo beneficios monetarios como la asistencia alimenticia y pases para eventos culturales, los cuales forman parte del contrato de la unión.)
Cuando João desarrolló un problema de movimiento en su brazo, su sindicato aseguró que sus gastos médicos estuvieran cubiertos y también aseguró sus vacaciones pagadas. Cuando una supervisora en mi trabajo tuvo que tomar unos días de ausencia para cirugía en su columna, al regresar al trabajo ella recibió una degradación de su puesto, en capacidad de servicio a los clientes. Cuando Santander trató de imponer metas de ventas para los cajeros, los sindicatos lucharon contra esto. Pero en los Estados Unidos, casi todos los bancos tienen objetivos de ventas absurdos, lo que lleva a una presión innecesaria y a préstamos y ventas abusivas. En Brasil, el sindicato de João aseguró que tuvieran sillas ergonómicas y cualquier turno por encima de seis horas de trabajo reciben horas extras pagadas. Mientras tanto, en los EE.UU., muchos cajeros luchan por permanecer de pie durante más de ocho horas seguidas.
El sector financiero en América produce más de $100 millones de dólares al año en ganancias. No envidio el alto salario de los CEOs, pero cuando están ganando lo suficiente en bonos para comprar una pequeña isla, mientras que sus trabajadores de primera línea como yo luchan sólo para sobrevivir, algo no está bien.
Es hora de poner fin a una cultura que considera a los trabajadores como piezas desechables que no necesitan empleos de tiempo completo o estables. Es hora de poner fin a los salarios de subsistencia y ofrecer una parte justa de los beneficios que nuestros trabajos ayuda a crear.
Necesitamos reconstruir la clase media, comenzando con la industria más rica y poderosa en nuestra economía.
Thiago Marques vive y trabaja en Newark, Nueva Jersey. Él está organizando con el Committee for Better Banks para mejorar las condiciones de los trabajadores bancarios y luchar por #BetterBanksToday.
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