Una situación humanitaria de refugiados en la frontera sur de los EE. UU. se ha desarrollado durante los últimos años y se ha intensificado drásticamente durante los últimos meses, con decenas de miles de niños no acompañados que huyen de sus hogares en Honduras, Guatemala y El Salvador. En busca de un refugio seguro, estos jóvenes se embarcan en travesías peligrosas, llegando a los Estados Unidos y a países vecinos a lo largo de Centroamérica. De hecho, según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, o ACNUR, las solicitudes de asilo de niños han aumentado en un 712 por ciento en los países vecinos de México, Panamá, Nicaragua, Costa Rica y Belice. La Senadora Dianne Feinstein (D-CA) ha afirmado que “muchos de los niños que detenemos en la frontera están huyendo de violencia indescriptible en sus propios países”.
Al tiempo que la administración Obama lucha por hacer frente a la situación, incluyendo el encontrar alojamiento y protección adecuados para los jóvenes, algunos en el Congreso han intentado ganar puntos políticos, alegando que el aumento en las cifras son el resultado de las políticas de inmigración de la administración, como la creación en 2012 del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (o “DACA” por sus siglas en inglés), que brinda a jóvenes no autorizados elegibles un aplazamiento de la deportación de dos años y un permiso de trabajo. El Representante Darrell Issa (R-CA), por ejemplo, pidió al Presidente Barack Obama que eliminara el programa de DACA y que empezará a deportar a los que tuvieran el estatus para enviar el mensaje a los potenciales niños refugiados que no deberían venir a los Estados Unidos. Sin embargo, una evaluación estadística minuciosa de los datos disponibles sugiere una dinámica muy diferente que empuja a los niños a abandonar sus hogares centroamericanos. No es la política estadounidense sino la violencia y el deseo de encontrar seguridad que forman el ímpetu de las travesías de estos niños.
Un análisis de los datos disponibles sugiere que:
- La violencia figura entre los impulsores principales del aumento. Mientras los países centroamericanos que están experimentado altos niveles de violencia han sufrido la salida de miles de niños, otros con niveles más bajos de violencia no han visto la misma salida de personas.
- En cambio, la evidencia no apoya la alegación de que DACA o la aplicación laxa de la seguridad fronteriza haya provocado el aumento en el número de niños que huyen a los Estados Unidos.
La violencia hace que los niños huyan de Honduras, Guatemala y El Salvador
¿Cómo se puede determinar que la violencia es el factor primario que hace que los niños huyan? Una manera es utilizar los datos sobre el homicidio y las tazas de homicidio por país de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, o la ONUDD. Vinculando estos datos a los sobre el número de niños que llegan cada año nos permita examinar la relación entre la violencia y los llegados de los niños.
La figura 1 muestra cómo la violencia afecta el flujo de niños. La relación es positiva, lo que significa que las tasas más altas de homicidio en países como Honduras, El Salvador y Guatemala están relacionadas a las cantidades más altas de niños de dichos países que huyen a los Estados Unidos.
Otra manera de examinar la relación entre la violencia y los niños no acompañados es utilizar los datos sobre los niveles de seguridad en Latinoamérica compilados por FTI Consulting, una firma internacional de asesoría empresarial con sede en Washington, D.C. El índice anual va de 1 (seguro) a 5 (muy peligroso) para cada país, y datos están disponibles desde el 2009 al 2014. Otra vez, la relación es positiva, lo que quiere decir que las condiciones más peligrosas están relacionadas a los números más altos de niños no acompañados. El utilizar los datos del índice de FTI Consulting proporciona un resultado aún más significativo estadísticamente que sugiere un vínculo aún más claro entre la violencia y las huidas de los niños.
No es solo que los países con las tasas más altas de homicidio tengan los números más altos de niños no acompañados que huyen, sino que los datos también dejan claro que los países de Latinoamérica con las tasas más bajas de homicidio no envían grandes cantidades de niños no acompañados.
En el 2012, los países de El Salvador, Guatemala, Honduras, y México experimentaron 41.828 homicidios a una tasa de 28 por cada 100.000 personas. Si se excluye a México, la tasa de asesinatos salta a 54 de cada 100.000 personas. El presidente de Honduras ha llegado a llamar a los niños refugiados de “guerra” en su país. En cambio, otros países de la región, como Belice, Costa Rica, Nicaragua y Panamá tuvieron un total de solo 1.881 asesinatos a una tasa de solo 13 por cada 100.000. Nicaragua es particularmente útil como un ejemplo: es el segundo país más pobre de la región –solamente después de Haití— y sin embargo, con tasas de violencia mucho más bajas de las de los tres países principales en términos de enviar niños, no ha visto ningún aumento en el número de niños no acompañados que salen del país.
Estas conclusiones recalcan un informe publicado por el Departamento de Seguridad Interna (o “DHS” por sus siglas en inglés) que indica que muchos de los menores no acompañados recién llegados han venido de algunas de las ciudades más peligrosas de Centroamérica.
Ni DACA ni la aplicación laxa de la seguridad fronteriza es reponsable
DACA
En el año fiscal de 2009, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, o “CBP” por sus siglas en inglés, encontró un poco menos de 20.000 niños no acompañados de Honduras, El Salvador, Guatemala y México. Hasta ahora en el año fiscal de 2014, más de 51.000 niños han entrado en los EE. UU., con el aumento viniendo casi por completo de Honduras, El Salvador y Guatemala. (véase la Figura 2)
El aumento marcado durante el año fiscal de 2012 ha sido usado por senadores como Ted Cruz (R-TX) para alegar que la creación del programa de DACA en junio de 2012 es la razón por la que “hemos visto el número de niños que corren los riesgos increíbles de cruzar la frontera aumentar exponencialmente”.
Hay dos problemas con este argumento. Primero, el aumento en niños no acompañados empezó mucho antes de 2012. CBP calcula que entre 2008 y 2009, por ejemplo, hubo un aumento de un 145 por ciento en los llegados de niños no acompañados, saltando de 8.041 a 19.668.
Pero aún más importantemente, el año fiscal de los EE. UU. comienza el 1 de octubre y termina el 30 de septiembre del año siguiente. Esto quiere decir que el año fiscal de 2012 comenzó en octubre de 2011 y terminó en septiembre de 2012. Teniendo en cuenta que solicitudes de acción diferida solo podían ser entregadas desde el 15 de agosto de 2012, es muy improbable que DACA haya provocado un aumento en el número de niños. Los datos sobre detenciones mensuales en la frontera –que, cabe reconocer, no distinguen entre niños no acompañados y todos otros detenidos en la frontera— muestran que el número de gente detenida en la frontera disminuyó durante los meses después del anunciamiento de DACA.
Seguridad fronteriza
Argumentos como los del Senador Cruz que intentan vincular DACA al aumento en niños no acompañados también mencionan la supuestamente laxa seguridad fronteriza de la administración Obama como otro factor contribuyente. Pero estas alegaciones, tanto como las de DACA, tampoco están apoyadas por los datos. Para dar algunos ejemplos:
- Bajo la administración Obama, el financiamiento de la Patrulla Fronteriza ha llegado a niveles récord, aumentando de $2,3 mil millones a finales de la administración Bush en 2008 hasta $3,5 mil millones en el año fiscal de 2013 –un aumento de un 52 por ciento—.
- El número de agentes de la Patrulla Fronteriza en general, y en la fronteriza suroeste, han alcanzado niveles récord. (véase la Figura 3)
Si la seguridad fronteriza laxa contribuyera al aumento en niños que llegan, veríamos una relación negativa entre las métricas de la seguridad fronteriza y el número de niños no acompañados que entran en los Estados Unidos. En otras palabras, esperaríamos que más niños llegaran mientras los esfuerzos de la seguridad fronteriza se disminuyeran. Pero ha sucedido lo opuesto: mientras los Estados Unidos ha amplificado su seguridad fronteriza, más niños han llegado. (véase la Figura 4)
Para ser más claros, esto no quiere decir que más seguridad fronteriza provoque el arribo de más niños no acompañados – otra vez, solo tenemos un número limitado de observaciones para analizar. Pero, los datos sugieren que el aumento reciente en niños no acompañados no es el resultado de seguridad fronteriza laxa, sino que ocurre a pesar de niveles récord de gasto y de personal de seguridad fronteriza.
Y en base a recientes informes de prensa, queda claro que nuestras políticas de seguridad fronteriza funcionan exactamente como se pretende: Varias historias notan que la Patrulla Fronteriza detiene a estos jóvenes tan pronto como llegan, o poco después. Aquí también, la evidencia prueba claramente que las políticas de seguridad fronteriza no están provocando a la oleada de niños no acompañados.
Conclusión
En vez de tratar de anular programas como DACA, los Estados Unidos debería — como ha sugerido el Senador Robert Menendez (D-CA) — asegurar que estos niños estén seguros, enfocarse en los traficantes que los traen aquí en primer lugar y buscar soluciones para ayudar a poner fin a la violencia en los propios países de los niños. Los datos sugieren que esta situación es una cuestión humanitaria de refugiados, no un asunto de inmigración, y que todas las partes implicadas no deben perder de vista los propios niños que forman la esencia del problema.
Tom K. Wong es profesor asistente de ciencias políticas en la Universidad de California, San Diego.
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