Hace menos de dos semanas después que el Senado aprobara un proyecto de ley histórico sobre reforma inmigratoria por un margen bipartidista de 68 a 32, los oponentes a la reforma ya han comenzado a vender una sarta de pretextos que desafían la realidad acerca de por qué la Cámara de representantes no debería seguir el ejemplo del Senado. Frente al apoyo abrumador de las partes interesadas y grupos de todo el espectro político—desde la Unión Internacional de Empleados de Servicios, la AFL-CIO y el Consejo Nacional de La Raza, hasta el Foro de Acción Estadounidense, Estadounidenses por la Reforma Fiscal y la Unión Conservadora Estadounidense—los oponentes a la reforma se agarran hasta de un clavo ardiendo en sus esfuerzos por bloquear la aprobación de la reforma.
Dando el ejemplo posiblemente más extremo, William Kristol de The Weekly Standard y Rich Lowry de National Review pusieron sus cartas sobre la mesa al instar a la Cámara a negarse a llevar cualquier proyecto de ley a conciliación con el Senado por temor a que la reforma inmigratoria pudiera ser efectivamente aprobada. En su desesperación, este pequeño grupo de oponentes de la inmigración se ha coaligado en torno a los cuatro argumentos siguientes contra el proyecto de Ley de Modernización de la Seguridad Fronteriza, la Oportunidad Económica y la Inmigración, la S. 744, cada uno de los cuales exige que se haga caso omiso de la realidad:
- El Senado excluyó al pueblo estadounidense del proceso de reforma inmigratoria redactando un proyecto de ley a puertas cerradas
- La reforma inmigratoria perjudicará a la clase trabajadora estadounidense
- La administración Obama se negará a implementar las estrategias de seguridad y aplicación de la ley en las fronteras incorporadas al proyecto de ley
- Los republicanos simplemente pueden desconocer a los votantes latinos y seguir ganando elecciones aprovechando al máximo su parte de los votantes blancos
Estos argumentos no resisten el menor análisis.
Mito No. 1: El Congreso excluyó al pueblo estadounidense del proceso de reforma inmigratoria. En su opinión editorial conjunta, titulada “Eliminen la Propuesta de Ley,” Kristol y Lowry argumentan que debido “al tamaño mismo del proyecto de ley y a la manera apresurada en que se modificó y aprobó,” el proyecto debe ser derrotado en la Cámara, en tanto que Michael Patrick Leahy de Brietbart News argumentaba que es “poco probable que cualquiera de los 68 Senadores que votaron a favor de éste se hayan leído el proyecto completo.”
Hecho: Incluso el Sen. Chuck Grassley (R-IA), que lideró la oposición a la S. 744 en el pleno del Senado, elogió la forma “abierta y transparente” en que el Presidente del Comité Judicial del Senado Patrick Leahy (D-VT) realizó las audiencias, así como las enmiendas del comité al proyecto de ley. Hubo 71 días entre el momento en que se presentó el proyecto de ley en el comité y el momento en que se sometió a votación, lo que dio a los miembros y al público un tiempo amplio para leer el proyecto de ley. El Comité Judicial del Senado dedicó cinco días aparte a debatir el proyecto de ley, considerando un total de 212 enmiendas propuestas y adoptando más de 90 de ellas, la inmensa mayoría de las cuales contaron con apoyo bipartidista. Luego el Senado en pleno dedicó tres semanas a trabajar en el proyecto de ley antes de someterlo a votación. En cada paso del proceso, se publicaron en línea todas las partes del proyecto de ley y las enmiendas, lo que dio a todos la oportunidad de leer los cambios y comentarios sobre cada una.
Mito No. 2: La reforma inmigratoria perjudicará a la clase trabajadora y a la clase media estadounidenses. En un par de columnas publicadas en lunes, Jay Cost de The Weekly Standard y Fred Bauer de National Review—no por gusto ambos son redactores de las mismas revistas que Kristol y Lowry— sacan a colación muchos de los desacertados argumentos que la Fundación Heritage ha estado promoviendo por meses acerca de los inmigrantes como trabajadores que son uniformemente menos calificados que perjudicarán los salarios de los estadounidenses menos calificados.
Hecho: La realidad es que los economistas han demostrado de manera reiterada que los inmigrantes no reducen los salarios de los estadounidenses menos calificados y que, por el contrario, han comprobado que en realidad los efectos de los inmigrantes son pequeños pero son efectos positivos en los salarios de los trabajadores nativos y en las perspectivas de empleo. Estos efectos positivos surgen debido a que los inmigrantes tienden a complementar, y no a competir, con los trabajadores nativos, son consumidores que gastan dinero en la economía, lo que estimula la demanda comercial y son emprendedores que inician negocios y ayudan a emplear a los trabajadores estadounidenses.
Cost y Bauer tampoco toman en cuenta el hecho de que la reforma inmigratoria por sí misma mejorará la economía estadounidense, al crear empleos y prosperidad para todos los estadounidenses. Estudios realizados han revelado que los trabajadores legalizados ganan salarios más altos, lo que a su vez significa que pagan más impuestos. Estos salarios más altos circulan por toda la economía: la concesión de estatus legal a los 11 millones de inmigrantes no autorizados en el país crearía 121.000 empleos cada año, aumentaría los salarios de todos los estadounidenses en $470 mil millones y elevaría el producto interno bruto a la suma acumulativa de $832 mil millones en una década.
La legalización de los inmigrantes también sostendría la solvencia del sistema del Seguro Social durante su período de mayor tensión a lo largo de las próximas tres y media décadas, en que la Generación de la Posguerra—que es la mayor generación de los EE.UU.—se jubila y comienza a reclamar sus prestaciones. Durante este período los inmigrantes recién legalizados aportarían un total de $606 mil millones al sistema, lo que sostendría a 2,4 millones de jubilados estadounidenses.
Por último, como señala la Oficina Presupuestaria del Congreso, la S. 744 también contribuiría sobremanera a reducir el déficit al ahorrar $158 mil millones durante la primera década y $685 mil millones durante la segunda década.
Mito No. 3: La administración simplemente se niega a implementar la seguridad y la aplicación de la ley en la frontera. Kristol y Lowry, así como el Rep. Raúl Labrador (R-ID),han alegado que la decisión de la administración esta semana de demorar la aplicación del mandato para el empleador establecido en la Ley de Atención Asequible—que exige que los negocios provean seguro de salud a sus trabajadores—les da razón para creer que ésta o una futura administración simplemente se negará a aplicar cualesquiera de las disposiciones que establece la S.744 en relación con la seguridad o la aplicación de la ley en las fronteras.
Hecho: Tratar de utilizar la aplicación de Obamacare como argumento contra la reforma inmigratoria es de un cinismo pasmoso. Con eso se pretende desviar la atención de los lectores del propio proyecto de ley fabricando una respuesta emotiva a un tema totalmente ajeno. Como Matthew Yglesias de Slate lo indica, “Esto le hace el juego en buena manera al perjuicio de la derecha dura de que Barack Obama es demasiado extranjero negro musulmán y socialista para ser un presidente legítimo y que su mera presencia en el cargo es una suspensión de las reglas ordinarias de un gobierno constructivo.”
El propio proyecto de ley incluye mecanismos desencadenantes específicos, antes de cuyo cumplimiento ningún inmigrante puede completar el camino a la ciudadanía. Si la administración Obama o una futura administración opta por demorar o no aplicar las disposiciones de seguridad fronteriza que se establecen en el proyecto de ley—incluida la duplicación del número de agentes de la Patrulla Fronteriza en la frontera sur, la construcción de 700 millas de cercas, el despliegue de $40 millones en tecnología, la implantación del sistema obligatorio de Verificación Electrónica para todos los empleadores y la aplicación del sistema completo de salida electrónica para hacer el seguimiento de los que exceden el plazo de estadía tras el vencimiento de sus visados—entonces ni una sola persona con estatus temporal de Inmigrante Provisional Registrado podrá convertirse en residente permanente. La cuestión es tan sencilla como eso.
Creer que de algún modo la administración se negaría a asegurar la frontera se contradice con las políticas de aplicación de las leyes migratorias cada vez más severas y generalizadas que se han venido aplicando en los últimos 20 años. Los expertos que llaman a que la seguridad fronteriza debe preceder a otras reformas desconocen deliberadamente que nuestra política nacional ha sido gastarnos una fortuna en incorporar más personal y tecnología que nunca antes a la frontera sur. Además de la militarización de la frontera en sentido literal, con el estacionamiento de las tropas de la Guardia Nacional ahí, hemos deportado a más de 3 millones de personas en los últimos 10 años, llegando a las cifras récord de más de 400.000 personas deportadas por año bajo la actual administración. Actualmente, los Estados Unidos gasta más cada año en aplicación de la ley migratoria que todas las agencias federales encargadas del cumplimiento de la ley juntas. Tras haber llegado a los 21.394, la cifra de agentes de la Patrulla Fronteriza ha más que duplicado el número de agentes de hace una década, y las detenciones en la frontera sur, que el Departamento de Seguridad Nacional utiliza como indicador de referencia del número de personas que trata de cruzar la frontera cada año, se encuentran en su punto más bajo en 40 años.
Como se apunta en la página editorial de The Wall Street Journal, “Para algunos republicanos, la seguridad fronteriza se ha vuelto un ardid para eliminar la reforma.”
Mito No. 4: El Partido Republicano puede desconocer a los votantes latinos y seguir ganando elecciones. En una serie en cuatro partes Sean Trende de RealClearPolitics, medio periodístico en línea, argumenta en contra de la idea de que los Republicanos deben enfocarse en el apaciguamiento del bloque electoral latino aprobando la reforma inmigratoria. Por el contrario, afirma él, los Republicanos pueden desconocer a los votantes latinos y trabajar por ganar un mayor porcentaje del voto blanco. La experta conservadora Ann Coulter llevó esta idea aún más allá, argumentando que el Partido Republicano “merece morir”, si ayuda a que se apruebe la reforma inmigratoria y llama a los votantes latinos solo “una pequeña parte del electorado.”
Hecho: La idea de que el Partido Republicano debería enfocarse solo en su base blanca rechazando la reforma inmigratoria se basa en premisas falaces, proyecciones futuras muy dudosas y una visión inquietante de cuáles son los intereses que el partido debería representar, a saber, solo los de los estadounidenses blancos.
La esencia de este mítico argumento es inexacta en sus fundamentos. Trende sostiene que en el 2012 posiblemente millones de votantes blancos no ejercieron el voto y si estos votantes elegibles fueran a las urnas en elecciones futuras, no habría necesidad de ganarse a otros grupos. Pero como señalan los demógrafos Ruy Teixeiray Alan Abramowitz, este es un análisis fatalmente viciado, toda vez que desestima el hecho de que en el 2012 la asistencia a las urnas entre todos los votante—incluidos los latinos, asiáticos y afroamericanos al igual que la de los electores blancos—fue baja. Sumar a los votantes de minorías a los votantes blancos en las elecciones futuras deja a los Republicanos en el mismo dilema demográfico en el que se encuentran actualmente: Como Nate Cohn lo observa en The New Republic, “para neutralizar estos cambios demográficos para el 2016, el GOP necesitará un atractivo más amplio que el que ha tenido desde el 1984.”
Como lo revela la Encuesta de Política Pública, es posible que este enfoque ni siquiera los ayude a mediano plazo—en las elecciones de mitad de mandato del 2014—antes de que se aceleren aún más las dobles tendencias demográficas de disminución de las poblaciones blancas y aumento de las poblaciones latinas. Esa encuesta mostró que podrían perderse siete escaños clave de la Cámara ocupados por republicanos, si no se aprueba la reforma migratoria. Entre el 61 por ciento y el 69 por ciento de los votantes de esos distritos en California, Colorado, Minnesota, Nevada y Nueva York, apoyan el proyecto de ley del Senado, donde más de tres cuartos de los votantes de cada distrito sostienen que es importante aprobar la reforma inmigratoria este año.
Lo que es aún más importante, el experto conservador Karl Rove ilustra que enfocarse únicamente en los beneficios inmediatos que han de obtenerse de los votantes blancos es a largo plazo una estrategia para el suicidio político que rechaza el rostro cambiante de los EE.UU. y no abraza la realidad demográfica del Siglo XXI. De igual modo, como la encuesta de Estadounidenses por una Dirección Conservadora lo aclara, los propios votantes republicanos apoyan la reforma inmigratoria en masa: el 96 por ciento de los votantes republicanos encuestados dijeron que era muy importante arreglar el sistema inmigratorio, en tanto que dos tercios manifestaron su apoyo por que se otorgue un camino a la ciudadanía cuando vaya aparejado con una seguridad fronteriza adicional.
Conclusión
Como Greg Sargent de The Washington Post señala, estos mitos los propalan los oponentes de la reforma inmigratoria que buscan una razón para eliminar la S. 744 y tratan de eludir la culpa por su fracaso. La realidad del caso es que el proyecto de ley de reforma inmigratoria aprobado por el Senado es una contundente solución de compromiso bipartidista que llevará a las leyes inmigratorias de nuestra nación al Siglo XXI. Esta propuesta incluye una inversión considerable en la seguridad fronteriza y la aplicación de la ley interior, moderniza la futura inmigración hacia los Estados Unidos y coloca a 11 millones de personas en el camino a la ciudadanía y a convertirse en miembros plenos e iguales de la sociedad. Oponerse por el simple hecho de oponerse o hacerlo con hechos falaces ya no es una opción.
Marshall Fitz es Director de Política Inmigratoria y Philip E. Wolgin es Analista principal de Políticas para la Inmigración del Center for American Progress.