¿Qué les sucede a los niños cuando sus padres son deportados? ¿De qué forma estas deportaciones, ahora más numerosas que nunca, le afectan a las familias y a las comunidades en las que viven? En el presente informe se analiza como la aplicación de las leyes migratorias define la vida de familias en los Estados Unidos, tanto entre las familias de condición mixta, como en sus comunidades en su conjunto.
Aún cuando no se haya logrado aprobar la reforma migratoria integral en la última década, los Estados Unidos ha asumido una postura de línea cada vez más dura en la aplicación de las leyes migratorias, particularmente al designar a los inmigrantes no autorizados que viven en el país como objetivos. En los últimos cuatro años el número de deportados ha aumentado de manera constante desde 190.000 deportaciones en 2001 hasta casi 400.000 por año. Lo que es aún más preocupante, solamente en los primeros seis meses de 2011, fueron deportados más de 46.000 padres de menores ciudadanos estadounidenses.
En un país donde viven más de 11 millones de inmigrantes no autorizados estas deportaciones afectan a un amplio segmento de la población, incluyendo indocumentados y ciudadanos por igual. Los indocumentados no viven separados ni aislados de los documentados, sino que viven junto con ellos en las mismas comunidades y en las mismas familias. Actualmente, un total de 16,6 millones de personas viven con familias de condición mixta —con al menos un inmigrante no autorizado— y un tercio de los menores ciudadanos estadounidenses que son hijos de inmigrantes viven con familias de condición mixta.
Además, tener hijos ciudadanos estadounidenses o incluso ser el sostén principal de menores ciudadanos estadounidenses no resulta de gran ayuda con respecto al procedimiento de deportación: Un informe reciente de la Clínica de Derechos de los Inmigrantes de la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York (NYU) reveló que el 87 por ciento de los casos procesados en la Ciudad de Nueva York entre el 2005 y el 2010 de personas con menores ciudadanos estadounidenses terminaron en deportación.
Cuando los individuos enfrentan la amenaza de deportación, esto tiene un efecto multiplicador que divide a la familia y a las comunidades enteras.
En este informe sostenemos que las deportaciones destruyen a las familias y tienen un efecto más amplio, afectando a comunidades enteras, no solo al individuo y su familia.
Las deportaciones destruyen a las familias
Las deportaciones tienen un efecto grande sobre la familia, al obligar a los niños a que se queden bajo cuidado institucional en hogares de acogida cuando sus padres son deportados y en algunos casos dejan a las madres solteras luchando solas para subsistir.
- Dejan a los niños bajo cuidado institucional en hogares de acogida. Según lo que ha descubierto el Centro de Investigación Aplicada (Applied Research Center en ingles) , muchos menores ciudadanos estadounidenses hijos de los deportados indocumentados pueden terminar en el sistema público de cuidado institucional en hogares de acogida, lo que suele suceder por el único motivo de tener un padre con estatus de indocumentado. El estatus legal complica la reunificación familiar, al colocar la carga del cuidado de estos niños en el gobierno estatal y federal. Los costos totales (entre gastos administrativos y de mantenimiento) de cuidado institucional en hogares de acogida de cada niño resultan significativos: cerca de $26,000 por año.9
- Las deportaciones producen una cifra grande de madres solteras que luchan por subsistir. Aunque muchos padres solteros que viven en los Estados Unidos enfrentan circunstancias similares, en este caso son las propias políticas del gobierno las que propician las condiciones para que existan madres solteras. Además, la débil condición legal de muchos de los padres que se quedan atrás se suma a la doble carga que pesa sobre estas familias que tienen que mantener a sus familias mientras crían a sus hijos.
- Las deportaciones afectan tanto a las comunidades como a las familias. Las consecuencias de la deportación se extienden más allá de aquellos individuos con familiares que han sido deportados, afectando también a comunidades enteras. En esta investigación se ha comprobado que el solo conocimiento de que se están conduciendo deportaciones en la propia comunidad pone nerviosos a los niños y a las familias—y, por ende, a comunidades enteras—y aumenta los temores sobre la separación familiar.
- Los niños y sus padres viven en el temor constante de la separación. Aun cuando los niños no conocen a nadie que hayan sido deportados éstos suelen temer por su propia familia basándose en el conocimiento de que pudieran ser separados en cualquier momento.
- Debido a los temores a la deportación, los niños confunden habitualmente a la policía con funcionarios de inmigración. Esto es cierto incluso en zonas donde las autoridades policiales locales no cuentan con acuerdos oficiales para trabajar en conjunto con el Departamento de Seguridad Nacional. Estos niños, que son ciudadanos estadounidenses, crecen con un sentimiento de temor a la policía.
- Los niños comienzan a asociar a todos los inmigrantes con la condición de ilegal, independientemente de su propia identidad o condición legal. Por consiguiente, los niños se distancian de su misma herencia de inmigrantes.
Para ayudar mejor a los niños y a las familias proponemos las siguientes recomendaciones de política:
- Promulgar un cambio de política sensata e integral. A largo plazo sólo una reforma migratoria integral que provea una vía a la legalización ganada a los inmigrantes no autorizados podrá otorgarles seguridad a los padres y niños de familias de condición mixta. Los niños no deben vivir con el temor a que sus familias sean separadas debido a la condición irregular de sus padres. Los niños no deben aprender a sentirse avergonzados de su herencia de inmigrantes.
- Las modestas soluciones legislativas también pueden ayudar. El 16 de julio de 2012 la Representante Lucille Roybal-Allard (D-CA) presentó la Ley de Ayuda a las Familias Separadas, H.R. 6128, con el fin de asegurar que no separen a los niños de sus familiares simplemente por causa del estatus migratorio de sus padres. En julio de 2011 el Senador Al Franken (D-MN) y la Representante Lynn Woolsey (D-CA) presentaron la Ley de Aplicación Humana de la Ley y Protecciones Legales para los Menores Separados, que exige el cumplimiento de normas al aplicarse la ley migratoria cuando hay menores involucrados. Este proyecto de ley garantizaría que los padres sean informados y puedan continuar tomando decisiones sobre el cuidado de sus hijos y que se tengan en cuenta los intereses de los menores durante la detención, liberacion y traslado de sus padres. La aprobación de estos proyectos contribuiría en gran medida a prevenir que estos menores terminen en cuidados institucionales en hogares de acogida mientras sus familiares se encuentran detenidos o deportados.
- Ampliar las acciones ejecutivas. A corto plazo, la acción administrativa puede aliviar en gran medida las amenazas a las familias inmigrantes. El Presidente Barack Obama puede y debería permitir, sobre todo a los padres que mantienen a menores ciudadanos estadounidenses, que dichos padres se queden en el país si no han cometido delitos y solo son culpables de cometer la infracción civil de estar en el país sin un estatus legal.
En este informe nos centramos específicamente en los niños de familias de inmigrantes mexicanos, ya que la política de aplicación de la ley los afecta a ellos de forma desproporcionada.
Los mexicanos constituyen aproximadamente el 30 por ciento de la población nacida en el extranjero y el 58 por ciento de la población no autorizada que vive en los Estados Unidos. No obstante, en el 2010 los mexicanos representaban el 83 por ciento de los detenidos, el 73 por ciento de los deportados por la fuerza y el 77 por ciento de los que salieron del país voluntariamente. En los Estados Unidos más de 7 millones de niños viven con padres de México y se calcula que la mitad de ellos son ciudadanos estadounidenses que viven con padres que no son ciudadanos.
Este informe se basa en las conclusiones expuestas en el estudio etnográfico realizado por la autora sobre familias mexicanas en dos sitios: uno en el centro de Nueva Jersey y el otro en el noroeste de Ohio. Entre los datos se incluyen entrevistas detalladas con 110 niños y 91 padres, visitas realizadas a los hogares y escuelas de 12 familias. Las similitudes encontradas en las experiencias de las familias, incluso en dos contextos locales considerablemente distintos, ponen de manifiesto la probabilidad de que los resultados en esta informe sean ciertos en niños que viven en otros entornos en todo el país.
Sin duda, la deportación de personas que han cometido determinados delitos graves y que representan una amenaza para nuestra seguridad nacional separará inevitablemente a las familias. Pero existen formas de reconocer la importancia de la unificación familiar y de mitigar los efectos devastadores que causa la deportación, sobre todo para aquellos que no han cometido delito alguno, salvo la sanción civil de encontrarse en un país sin un estatus legal.
Joanna Dreby es profesora asistente de sociología de la Universidad de Albany, Universidad Estatal de Nueva York.
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