Seguridad Nacional y Política Internacional

Una Cumbre Incompleta

Publicado el 3 de Noviembre de 2006

Algo clave le faltará a la XVI Cumbre Iberoamericana que tendrá lugar en Montevideo, Uruguay del 3 al 5 de Noviembre – la representación oficial de una de las comunidades hispanas más importantes del mundo – los hispanos de Estados Unidos.

Casi con cualquiera cifra significativa, la población latina de EE UU debe tener una presencia en la Cumbre formada por “los países de habla hispana y portuguesa de América y Europa, conformando un espacio económico, político, social y cultural.” Aunque los hispanos de EE UU forman una parte integral de la identidad de un país más grande que ellos y obviamente no son un país, es importante entender que también forman una parte esencial del espacio económico, político, social y cultural de Ibero América.

El vacio creado por la falta de presencia de los hispanos de EE UU en las Cumbres Iberoamericanas este año es más claro que nunca. Tratar de discutir la temática oficial de esta Cumbre – “Migración y Desarrollo” – sin representantes de los que han inmigrado de Ibero América a EE UU es como tratar de decir misa sin hacer referencia al Nuevo Testamento. El debate sobre la reforma migratoria en EE UU se ha hecho casi sin referencia a la realidad de los otros países que forman una parte clave de la dinámica migratoria. Los países Iberoamericanos no deberían caer en la misma trampa de tener discusiones incompletas por razones políticas y fantasmas históricos.

Más de 41 millones de hispanos de EE UU representan la cuarta comunidad de origen Iberoamericano del mundo detrás de Brasil, México, y Colombia. Más de 32 millones de hispano parlantes en EE UU representan la quinta población hispano parlante del mundo. Más de 19 millones de hispanos de EE UU que nacieron en países Iberoamericanos representan la octava población de origen Iberoamericano del mundo. Aunque estas cifras resultan de un crecimiento grande en los últimos diez años, no se puede olvidar que la presencia hispana en EE UU, fundada en el siglo XVI, tiene una historia tan larga como casi todas las otras comunidades hispanas en las Américas.

La importancia de los hispanos de EE UU en Ibero América va más allá del tamaño de su comunidad o de su presencia histórica. A finales de esta década, los hispanos de EE UU tendrán un poder económico de más de $1 billón. Si se considera el poder económico actual de los hispanos de EE UU, que es aproximadamente $750 mil millones, como una economía propia, la “economía hispana de EE UU” seria la cuarta economía mayor de Ibero América detrás de Brasil, España y México.

A base de sus remesas, los hispanos de EE UU son los inversionistas más importantes en América Latina. Según el Banco Interamericano de Desarrollo, inmigrantes de América Latina en EE UU enviarán $45 mil millones en remesas a sus países de origen durante 2006. Esa inversión, aún casi exclusivamente dirigida a familiares es más que la ayuda externa que dan los países desarrollados a América Latina y es casi equivalente al 50 por ciento de la inversión directa extranjera en la región.

Estos flujos son una indicación, entre muchos, de las conexiones estrechas entre el pueblo hispano de EE UU y las poblaciones de los países Iberoamericanos. También son un signo de las posibilidades que crean el éxito económico de hispanos en EE UU para fomentar el desarrollo Iberoamericano. La experiencia y el éxito empresarial de hispanos en EE UU, donde empresas hispanas forman el segmento de más crecimiento en la economía nacional durante los últimos diez años, pueden dar lecciones importantes y abrir mercados claves para el desarrollo de que se va hablar en Montevideo.

Proclamar la necesidad de ampliar las Cumbres es una cosa, hacerlo es otra y requeriría que los gobiernos Iberoamericanos y los hispanos de EE UU tomen riesgos políticos.

Con las difíciles relaciones actuales entre el gobierno de EE UU y grades partes del mundo Iberoamericano una ampliación de las Cumbres requeriría una decisión por parte de los gobiernos Iberoamericanos de concentrarse en la importancia de las relaciones a largo plazo y dejar atrás las diferencias del momento. También requeriría dejar atrás muchas de las polémicas históricas y reconocer que EE UU está viviendo una temporada de cambio profundo que puede transformar sus relaciones con Ibero América.

El desafió político seria aún mayor para los políticos de los EE UU y su liderazgo hispano. Con la polémica que estamos viviendo en el debate sobre la reforma migratoria donde políticos extremistas hablan de un peligro imaginario de una “reconquista” del suroeste del país por latinos, asistir a una Cumbre Iberoamericana abriría la puerta a acusaciones sobre el patriotismo de los que irían. Estos líderes tendrían que reconocer que los momentos de cambio histórico requieren coraje político para sacar lo mejor posible del nuevo ambiente. También tendrían que tener fe en que la historia les juzgaría mejor que los extremistas del momento.

La población de origen hispano en EE UU es un mosaico de muchos países, pueblos y experiencias que tiene mucho que ofrecer al resto de Ibero América. Ha llegado el momento de reconocer que el mundo cambia y ampliar la visión Iberoamericana con la inclusión de la comunidad hispana de EE UU en las Cumbres Iberoamericanas.